Recientemente un conocido consultaba mi opinión respecto a cómo llevar a cabo la traducción de la web de su empresa.
Por fortuna y, a pesar de los tiempos que corren, el negocio le ha ido bien gracias a la apertura más allá de nuestras fronteras.
Debido a dicho internacionalización se veía en la necesidad de portar sus contenidos a varios idiomas y no sabía cómo abordarlo correctamente.
Independientemente de los aspectos técnicos (ésos ya los teníamos previstos y la web se desarrolló contemplando dicha posibilidad desde un comienzo) se planteaba si debía seguir utilizando Google Translate y los conocimientos rudimentarios que su comercial tiene (para vender se tiene que hacer entender ;)) o bien recurrir a algún traductor de confianza y/o conocido.
Independientemente de conocer a algunos buenos traductores (sin contar a mi esposa que incluso es traductora jurado) que podrían «cabrearse» por no haberles pasado trabajo, opté por recomendarles una empresa de traducción especializada por diversos motivos pero, especialmente tuve en cuenta:
- Las traducciones con software como Google Translate o Babylon (por mencionar un par de ellas) suelen ser útiles para casos muy puntuales y frases sueltas en las que intentas captar la idea general. Considero un completo error las web cuyo contenido se traduce directamente con estas herramientas. La idea es: «lo barato sale caro» y la imagen de una empresa no puede estar supeditada a algo tan poco fiable. Como le escuché en una ocasión a un gerente: «en los negocios mejor oler a mierda que a pobre» y, por mucho que me pese, voy a tener que darle la razón.
- Suelen contar con traductores nativos que conocen perfectamente los giros de su lengua materna y son los que mejor pueden adaptarlas o encontrar la que más se le parezca; si hablantes de español de distintos países (España y sudamérica) pueden no entenderse entre si (a mi al principio me costaba familiarizarme con ciertos giros usados en Argentina o Colombia por poner dos ejemplos) para ingleses, alemanes o franceses directamente ni tiene sentido.
- No es tan caro como podría parecer. Las webs de traducción suelen contar con herramientas que permiten calcular el coste del trabajo antes de dar nuestra conformidad. Normalmente suelen basarse en el número de palabras y aplican algún que otro factor de corrección en función de parámetros como la complejidad del idioma origen o destino o lo técnico que pueda llegar a ser el texto (por poner un par de ejemplos que me vienen a la cabeza)
- Al contar con distintos profesionales (y no solo la hija que estudió filosofía de nuestro colega de pádel) siempre se cuenta con la posibilidad de aplicar revisiones al trabajo realizado con objeto de garantizar la calidad del mismo y/o resolver las dificultades que el texto pudiese plantear.
Conclusión
En definitiva: personalmente siempre recomiendo encargar este tipo de trabajos a profesionales puesto que considero que la imagen de una empresa (con vocación internacional) debe ser exquisita y cuidar al máximo hasta el más mínimo detalle.
¿Y tú…?
- ¿Te has visto en la necesidad de traducir una web a otros idiomas?
- ¿Qué solución adoptaste?
- ¿Qué consejo darías al que lo aborda por primera vez?
- ¿Eres de Google Translate o del vecino de la esquina?
- …
Concuerdo en la importancia de una correcta traducción. Yo trabajaba en un hotel y generalmente, cuando había que traducir algo del sitio web o de la carta del restaurant lo hacíamos aquellos que eramos nativos del idioma destino, ergo la recepcionista inglesa revisaba para aprobar las traducciones al ingles, el brasileño con el portugues y asi cada idioma
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Bien organizados estabais compi: eficiente y baratito 😉
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Totalmente de acuerdo. En una oficina en la que trabajaba hace años, las traducciones a inglés las realizaba la secretaría del jefe «que sabía inglés», lo traducía todo, desde la web, a contratos y manuales técnicos (una máquina). Obviamente con el tiempo empezaron a llegar quejas y finalmente optaron por contratar los servicios de una agencia de traducción profesional.
Muy buen artículo, muchas gracias.
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Gracias por compartir la experiencia Blanca; por desgracia no todos somos nuevos hombres (y mujeres) del Renacimiento y, por muy buena voluntad (y herramientas) que tengamos al final, de cara a la imagen que podemos ofrecer a nuestros clientes (en ocasiones es mejor no ofrecer un servicio a hacerlo mal) puede llegar a ser más rentable contratar el servicio de un profesional a hacerlo nosotros mismos (como se suele decir: lo barato puede salir caro)
Un saludo y gracias por comentar
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