Desde hace bastante tiempo, abandoné las notas manuscritas (acá «pensar con las manos») que suelo hacer cada vez que investigo algún tema por una plantilla en Google Docs en el que (entre otros apartados por defecto) incluyo una sección de bibliografía en la que anotar los artículos y publicaciones que he consultado y/o utilizado a la hora de resolver determinado problema.
Las ventajas de esta opción son múltiples y variados:
- evitar tener que estar digitalizando anotaciones en papel (o no hacerlo y que se acumulen en una carpeta «polvorienta»)
- contar con un documento base que evita el bloqueo del «artista» al no tener que enfrentarme al bloqueo que supone el «folio en blanco«
- poder centrarme en lo que realmente importa (el contenido frente al formato y su organización en apartados y secciones)
- …
Pero claro, quién no ha tenido que salir corriendo y se ha encontrado con «chorrocientas» pestañas abiertas en el navegador…