Al principio pensaba que se debía a que la actualización alteraba algún componente base del sistema o algún proceso que estuviese en ejecución (y no pudiese/quisiese eliminar temporalmente ;)) pero conforme iba usando la distribución del camaleón se convirtió en una
mala costumbre que terminó irritándome y a no aceptar la actualización con tal de poder seguir trabajando en lo que estaba (entiendo que quieras, y debas, actualizarte pero no me obligues a dejarlo todo pudiendo hacerse de otro modo)
Tan malo es que (por poner un ejemplo) el navegador deje de funcionar tras una actualización de Arch Linux como tener que apagar el ordenador cada vez que haya que actualizar algo ¿no os parece?
En fin, cuando deje de ocurrir estas cosas avisadme que lo pruebo 😉